Intervención del ponente Fernando Díaz Villanueva celebrado la tarde del 28 de octubre de 2016 en el centro cívico Torre del Agua de Sevilla.
El clientelismo es, no nos engañemos, una variante o sucedáneo de la corrupción. La longevidad del fenómeno clientelista en una sociedad como la española
solo puede explicarse como una carencia de capital social de una mayoría de la población que carece de acceso a los centros de
poder mediante un mercado libre, unas instituciones políticas
representativas o un sistema legal igual para todos. Al individuo sin
capital social no le queda más remedio que conectarse a redes de
influencia buscando un atajo que le permita saltarse las barreras
sociales. Este atajo puede consistir en entrar a formar parte de un
partido político o, si se ofrece la posibilidad, aprovechar las
conexiones familiares que uno tiene a mano. Como afirma el politólogo italiano Caciagli, el clientelismo tiene
raíces profundas. Implica “un lenguaje, unos ritos, unos valores y
símbolos, pautas de comportamiento y redes de relaciones aceptadas por
una comunidad que comparte una mentalidad”.


















