“La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. (Artículo 56,3 de la Constitución española de 1978).
La corrupción, como la putrefacción en los peces, siempre empieza por la
cabeza. Cumpliendo la vieja máxima, Juan Carlos es un adelantado –si
nos atenemos a la denuncia nunca desmentida del periodista Jesús Cacho-
en materia de corrupción –la practica, presuntamente, en gran escala
cuando ese término no era de uso común- y, en su trayectoria, ese es un
proceso progresivo. Zarzuela aparece de manera creciente en el
itinerario de la cloaca, en la misma medida en que el monarca se siente
blindado en su impunidad, tanto jurídicamente, situado en la
Constitución por encima de la Ley, como por la persistente y unánime
autocensura de los medios de comunicación, en una conjura de silencio propia de las peores tiranías. (Artículo completo)
El hecho de que una entrevista a Suárez hecha en el 1995 se haga pública
20 años después demuestra hasta qué punto aspectos esenciales del
cambio del franquismo al pluripartidismo se hicieron a través de
operaciones no reveladas en su tiempo. Hay que entender que ese cambio
de régimen fue preparado con mucha antelación por quienes dentro y fuera
de España –en lo fundamental, la coalición dirigida por EEUU y sus
aliados de Europa en la Guerra Fría– lo sostenían, y obviamente, no
mostraron sus cartas.
La monarquía actual tiene un origen ilegítimo, no se puede negar, porque
fue creada a partir de la dictadura franquista por franquistas, y el
debate está en otro terreno, en la legitimidad de ejercicio. (ENTREVISTA | Joan E. Garcé)
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