Regímenes prebendarios

Nos metemos a fondo con lo que se nos oculta sobre Venezuela. Repaso a las últimas de los podemitas y la mentira de la oligarquía patria que no para de crecer incluso durante el verano. Información inédita, análisis en profundidad de lo que no quieren que sepamos. Con Pepe Crespo.
 

Por una nueva dirección sin traidores de oficio, Alberto Franceschi 15/8/17. 
Audio corto de Alberto Franceschi enviado vía whatsapp.

                                  
                       -El caso español-

Parece la prehistoria, pero no, está ahí, sólo cinco años atrás. El 26 de julio del 2012, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), pronunció en Londres la conferencia más decisiva de su vida y, probablemente, de la corta historia de la eurozona.

Eran días muy difíciles. El Gobierno de Mariano Rajoy acababa de pedir 100.000 millones de euros para rescatar a la banca, la prima de riesgo de los países periféricos –entre ellos, España, con sus 630 puntos básicos– estaba disparada y no había jornada en el que los bancos de inversión no alimentaran la volatilidad del mercado con sesudos análisis sobre las consecuencias de la ruptura del euro. Y en esas, llegó la conferencia de la City londinense en la que Mario Draghi pasó a la historia. “De acuerdo a nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”. Draghi dijo lo que dijo y luego el BCE actuó llevando los tipos de interés al 0%, colocando los tipos de depósito de los bancos en negativo y poniendo en marcha un agresivo programa de compra de bonos soberanos y corporativos que han supuesto la mayor intervención de un banco central en la historia.

España en el 2012 se tuvo que haber declarado en quiebra, en cambio, la oligarquía corrupta de partidos Estatales ante la disyuntiva de salvar al país o al régimen de partidos, optó por lo último, manteniendo todos los privilegios y gastos de su red clientelar autonómica y parasitaria de la nación española. El régimen de la monarquía de partidos no puede renunciar a su corrupción, es su propia naturaleza, y está incrustado en el ADN de la transición. Una transición cuyo criterio ha sido, en palabras de Antonio García-Trevijano: "emplear la libertad del Estado para diezmar a la nación, base de la potencia popular, multiplicando los cargos a repartir entre las espurias ambiciones, e impedir que la libertad ciudadana pudiera ser usada para elegir y deponer a los gobernantes, imponiendo en el Estado un régimen de partidos oligárquicos, como si eso fuera la democracia." 

Más información: "El descontrol autócrata de la deuda", por Roberto Centeno.