LIBERTAD CONSTITUYENTE
!YA!


Mientras no exista REPRESENTACIÓN ni SEPARACIÓN DE PODERES, los partidos políticos controlarán la nación española. El Pacto y el consenso es el enemigo número uno de la libertad política.

Porque la libertad no se otorga ni adviene, se conquista. MCRC por la República Constitucional.


viernes, 15 de noviembre de 2013

La productividad en otro sentido

En las economías capitalistas modernas a menudo se considera la productividad, es decir el rendimiento alcanzado en la economía por cada hora de trabajo, como el motor del progreso. El rendimiento lo es todo. El tiempo es oro. La búsqueda del aumento de la productividad ocupa montones de páginas de literatura académica y obsesiona las vigilias de los presidentes de empresa y los ministros de finanzas. Quizá sea perdonable: nuestra capacidad para producir más con menos gente nos ha aliviado del trabajo pesado y nos ha proporcionado una enorme riqueza material.

Pero el afán incesante por la productividad puede también tener algunos límites naturales. Una productividad en constante aumento supone que, si nuestras economías no siguen expandiéndose, corremos el riesgo de dejar a gente sin trabajo. Si es posible aumentarla año tras año, con cada hora de trabajo o bien aumenta la producción o hay menos trabajo disponible. Nos guste o no, nos encontramos enganchados al crecimiento.


¿Qué debería pasar entonces cuando, por un motivo u otro, no va a haber más crecimiento? Puede tratarse de una crisis financiera. O del aumento de los precios de recursos como el petróleo. O de la necesidad de frenar el crecimiento por el daño que le está haciendo al planeta: el cambio climático, la deforestación, la pérdida de biodiversidad. Cualquiera sea la razón, en las economías actuales ya no puede darse por supuesto que el crecimiento continuará de manera segura y fácil. El resultado es el mismo. El aumento de la productividad amenaza al pleno empleo.
Una solución sería aceptar los aumentos de productividad, acortar la jornada laboral y compartir el trabajo disponible. Propuestas como estas, conocidas desde la década de los treinta, están resurgiendo en alguna medida a consecuencia de la recesión continuada. La New Economics Foundation, un grupo británico de expertos, propone una semana de trabajo de 21 horas. Puede ser que a un maniático del trabajo no le guste la idea. Pero, por cierto, es una estrategia sobre la que vale la pena reflexionar.

 Pero hay otra estrategia para mantener a la gente trabajando cuando se estanca la demanda. Tal vez sea una solución más sencilla y convincente a largo plazo: disminuir la presión sobre la búsqueda incesante de una mayor productividad. Mediante la reducción de la presión sobre la eficiencia y creando empleos en los que tradicionalmente han sido considerados sectores de “baja productividad” tenemos a nuestro alcance los medios para mantener y aumentar el empleo, incluso cuando la economía se estanca.
A primera vista esto puede parecer ridículo ya que estamos muy condicionados por el lenguaje de la eficiencia. Pero hay sectores de la economía en los que la búsqueda del aumento de la productividad no tiene ningún sentido. Ciertos tipos de tareas se basan intrínsecamente en la asignación de tiempo y atención por parte de quienes las desempeñan. Las profesiones dedicadas a la atención de las personas son un buen ejemplo: la medicina, el trabajo social, la educación. La expansión de nuestras economías en esas direcciones tiene todo tipo de ventajas pues significan aumentos de calidad y de utilidad social.

Fuente: Artículo escrito por Tim Jackson en The New York Times, 26 de mayo de 2012, "Seamos menos productivos"

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