En menos de cinco semanas, los electores estadounidenses van a determinar el futuro de la humanidad. Si el levantamiento jacobino que promueve el movimiento “Resist” (Resiste), financiado por gente como George Soros, y respaldado por los perdedores Obama y Clinton en el 2018, logra entregarle la Cámara de Representantes y el Senado a los demócratas, el mundo se dirigirá a la guerra. Una victoria demócrata le dará un nuevo impulso a la dinámica del juicio político en contra del Presidente Donald Trump, lo cual se ha estancado debido a que los confabulados en el golpe no han podido presentar ninguna prueba en contra del Presidente, y también debido a que se ha dado a conocer la corrupción del aparato de seguridad e inteligencia de Obama y Clinton que está llevando a cabo la operación de cambio de régimen, en colaboración con las fuerzas imperiales británicas.
Como ha destacado Helga Zepp LaRouche durante los últimos 20 meses, los ataques en contra de Trump no se deben a la inexistente interferencia de Rusia en las elecciones de Estados Unidos, sino a la decisión de Trump a apartar a Estados Unidos de la pesadilla mortal de la geopolítica impuesta al país por los gobiernos de Bush y Obama. La pelea alcanzó un momento decisivo. Así como ha surgido el Nuevo Paradigma al que le han dado forma las valientes iniciativas chinas, que se fortalece con el pasar de los días, también ha aumentado la desesperación de los geopolíticos imperiales. Las tácticas que utilizaron en el caso de Kavanaugh muestra que están preparados a deshacerse de todos los principios constitucionales, empezando con la presunción de inocencia, mientras desatan turbas enloquecidas y potencialmente violentas en contra de quienes apoyen al Presidente. Aunque las encuestas indican que a los golpistas se les puede haber ido la mano, no se puede dar nada por sentado, pues lo que está en juego es muy grave.
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