Las violencias silenciadas

José Antonio Ruiz de la Hermosa entrevista a la abogada y escritora Antonia Chinchilla sobre el problema de las violencias que permanecen ocultas en el seno de la pareja, y que por regla general ni aparecen en los medios de comunicación, ni gozan de una regulación jurídica que las ampare eficazmente. "Violencias silenciadas", escrito por la abogada penalista Antonia Chinchilla, es el nuevo libro publicado por la editorial Almuzara.

Una de estas violencias es la ejercida dentro del colectivo LGTB, un grave problema que sigue siendo tabú y por el que pasan de puntillas algunos colectivos feministas. Como argumenta Antonia Chinchilla, reconocer que una mujer lesbiana sea agresora pondría en cuestión la hipótesis de la culpabilidad del hombre y del sistema patriarcal como única o principal causa de la violencia en el hogar.
La falta de una regulación clara y consistente para este tipo de agresiones puede originar situaciones rocambolescas. En uno de los casos, la mujer homosexual fue absuelta tras dar una paliza a su compañera porque generaba más hormonas masculinas de lo normal, un hecho que tira por tierra cualquier teoría de género.

Si una mujer pega una bofetada a otra en el ámbito de la pareja, ¿es violencia de género? ¿Y si los que se parten la cara son dos hombres casados? “Según nuestra legislación sería violencia doméstica y no de género”, afirma la abogada, quien lamenta y denuncia que en ambos casos el maltratador no reciba la misma atención ni la misma notoriedad que si la agresión ocurriese en una pareja heterosexual.

Se analizan además otras violencias silenciadas, en unos casos, motivado por el espíritu de la propia la Ley de Violencia de Género que ignora o niega el maltrato ejercido por mujeres, en otros, por la inexistencia de medios y de registros fiables de la violencia en España. Los datos que aporta el Gobierno concluyen que si la mujer agrede lo hace en defensa propia, mientras tanto, “no hay rastro de hombres en el recuento de víctimas a manos de sus parejas”. Desasistidos, cae sobre ellos un pesado velo de silencio.


El libro estudia otros aspectos de la violencia ocultada entre parejas. Si el volumen de denuncias que arrojan las estadísticas oficiales fueran todas reales, “no habría cárceles para encerrar a tanto maltratador”. No existe correlación entre el aumento de las denuncias, el número de muertes ni el de condenas. Un hecho que ha llevado a la ensayista a explicar y analizar los sistemas de evaluación para detectar la veracidad de las denuncias falsas.