En 1967 se encontró hierro en las colinas de Carajás,
y la vida de los awás cambió para siempre. Para entonces, el número de
awás había descendido enormemente debido al creciente número de
contactos con los colonos que habían llegado a sus tierras desde finales
del s. XIX. Los ataques violentos y las enfermedades frente a las que
no tienen resistencia habían diezmado su población.
El desarrollo del proyecto Gran Carajás para explotar los ricos yacimientos de hierro de la región, que contó con el apoyo del Banco Mundial y la Unión Europea,
no hizo sino empeorar las cosas para los awás supervivientes. Las
carreteras y el ferrocarril construidos para dar servicio a las minas
facilitaron a su vez la llegada de forasteros que han ido destruyendo
progresivamente la tierra de los awás. Como una casa invadida por las
termitas, su selva se descompone poco a poco: aquí los colonos acaban
con una pared, allá los ganaderos arrasan puertas y ventanas, y
finalmente los madereros ilegales terminan por pegarle el mordisco de
gracia, tras el cual el edificio se desploma. No en vano, la tierra de los awás sufre la mayor tasa de deforestación de entre todos los territorios indígenas de Brasil. Si se tala su selva, los awás no tienen esperanza de sobrevivir como pueblo. Como dice Espada Awá, “si destruyes la selva, también destruyes a los awás”.
Además, se estima que unos 100 awás
viven aún aislados, sin contacto alguno con la sociedad mayoritaria,
dominante, avasalladora. Son una de las dos últimas tribus nómadas
cazadoras-recolectoras de Brasil, y están en peligro inminente. La
amenaza del genocidio pende sobre sus cabezas y podría caer en cualquier
momento: cualquier contacto con los invasores de su territorio podría
ser letal.
La campaña de Survival tiene como objetivo que el ministro de Justicia de Brasil,
el hombre con las competencias necesarias para parar lo que está
ocurriendo, haga algo, y rápido. Cuando en unas semanas termine la
estación de lluvias, los invasores volverán. Lo harán armados, como
siempre, y los arcos y las flechas de los awás aislados no serán rivales
frente a sus pistolas.
Actúa: envía un email al ministro de Justicia de Brasil
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