Primero: El dinero estará seguro, y esto sin garantía gubernamental, puesto que los saldos en las cuentas corrientes ya no podrán desaparecer. En caso de que un banco entrara en dificultades de solvencia no correrá el riesgo, como sucede en la actualidad, que todo el sistema financiero colapse. La política y toda la sociedad no se verá chantajeada por una crisis bancaria.
Segundo: El hecho que los bancos ya no podrán crear dinero limitará la oferta excesiva o escasa de dinero. A los mercados ya no les será posible crear los excesos especulativos financiados con créditos (leverage) por falta de “combustible monetario”. El dinero se mantendría de manera mucho más estable en circulación y
correría con mayor fluidez con la consecuencia que los ciclos coyunturales y de inversión financiera no mostrarán los extremos como hoy en día y se moderarán y se desarrollarán con más constancia.
Tercero: La creación inflacionista de dinero por parte de los bancos será sustituida por un régimen de un poder público en el que únicamente el Banco Central tendrá el control del volumen del dinero en circulación. El Banco Central podrá, por primera vez, prevenir de forma eficaz las burbujas especulativas y la inflación de precios controlando la masa monetaria y administrándola según el potencial del desarrollo de
la economía real.
Quinto: Se brindará la oportunidad, realmente única, de reducir muy considerablemente en pocos años la deuda del estado – sin sufrimientos por los recortes que se están llevando a cabo en la actualidad. Puesto que con la reforma se sustituirá el dinero creado mediante créditos y ligado al interés por parte de los
bancos, o sea el dinero bancario y el dinero interbancario, además de las deudas crediticias que tienen los bancos con el Banco Central, por el dinero íntegro que se pone en circulación a través del seigniorage. A estas cantidades de dinero crediticias ligadas al interés se les sustituirá a lo largo de algunos años por el dinero íntegro lo que supondrá que al estado se le transferirá un extra-seigniorage único y transitorio. Con
esto se podría reducir considerablemente la deuda del estado.
Medidas como introducir una tasa sobre inversiones especulativas o aumentar la cuota de capital de los bancos no tendrán mucho efecto, en cuanto no se haya erradicado la causa monetaria de la crisis financiera y de la crisis de la banca. Por eso, hace falta urgentemente una reforma en profundidad de nuestro sistema monetario: sustituir el dinero bancario por el dinero íntegro y establecer los Bancos Centrales estatales definitivamente como el cuarto poder del estado: el Poder Monetativo.
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