Hay que reconocer que el marketing del PP funciona a las mil maravillas. Saben manejar los tiempos muy hábilmente y soltar las amarras de sus comunicados como mejor les conviene desconcertando a propios y ajenos. Desde el 20-N, tras la victoria del Partido Popular, y a pesar de los indecentes excesos contra el bien común y contra las políticas de Bienestar Social practicados por Cospedal y por la prepotencia de la condesa-consorte, se ha publicitado la esperanza en Rajoy, como el investido por la divinidad para solucionar todos los males que el Gobierno socialista ha esparcido a lo ancho y lo alto de esta nuestra España. Se procura esconder la sumisión de Rajoy ante Merkel. Se hará lo que Frau Merkel ordene, aunque el país desfallezca. Los principios neoliberales son el norte a seguir. Pero no se le dice tal verdad a los ciudadanos, lo que se predica del flamante nuevo Presidente del gobierno es que es un gran estadista.
Mientras la ciudadanía permanezca bajo los efectos placenteros de la anestesia este país está perdido. Quienes nos rebelamos contra este sistema seguiremos denunciando, a través de los medios de que dispongamos y nos sea permitido, las injusticias que polarizan cada vez más a la sociedad, donde unos pocos lo poseen todo y los más van perdiendo miserablemente lo poco que, con sangre, sudor y lágrimas, habían conseguido.
El tópico dice que el político en campaña tiende hacia la palabrería vacía pero capaz de enredar a la audiencia hasta sumirle en la más profunda de las perplejidades. Merecería un puesto de honor José Ramón Bauzá, presidente de Baleares por el Partido Popular, cuyo discurso sería una joya absoluta del género absurdo y surrealista.
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