
Me preocupa esta corrupción y las dimensiones que ha adquirido en todos los órdenes. Pero me preocupa más la reducción de la corrupción al terreno económico de forma casi exclusiva. Es corrupto el político que se apropia de dinero público, que lo distribuye entre amigos o que lo despilfarra en megaproyectos erigidos a la mayor gloria del gobernante de turno. Pero seria mucho reducir esta corrupción al plano económico y disimular otras corrupciones más importantes, más destructivas y más determinantes en la marcha de un país.

Se trata de palabras prostituidas a las órdenes del capital financiero de los que la clase política son títeres. Es perjudicial para el pueblo subir los impuestos, bochornoso someterse a los dictados de Europa, perverso abaratar el despido, bajar los sueldos de los funcionarios, recortar la sanidad. Ellos lo saben y aceptan someter a los ciudadanos de su propio país a dichas medidas inconstitucionales en la mayoría de los casos, abriendo las puertas al libre mercado cuando no privatizan directamente compañías estatales que pertenecian a los ciudadanos.

La política de austeridad no pondrá freno a los especuladores financieros mientras los políticos les sirvan a la clase trabajadora en bandeja y sus beneficios del capital aumenten estratosféricamente. El nuevo corpus ideológico propiciado desde Bruselas y desde el gobierno de Angela Merkel por la banca se llama fascioliberalismo, libre mercado fascista.
Como se pregunta el periodista y escritor Xavier Caño Tamayo en su artículo "Patente de corso de la minoría rica", ¿Qué es sino patente de corso la desfachatez de la minoría rica global para saquear los bienes públicos de la ciudadanía con la maldita complicidad de los gobiernos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario