Este 1º de Mayo, 126 años después de los acontecimientos de Chicago, a
la clase trabajadora se le presenta la oportunidad de
hacerse cargo de su papel histórico. Los recientes embates del Gobierno
deben servirnos para espabilar; la última huelga general fue un primer
paso. El año pasado, en realidad, la cosa no andaba mucho mejor:
recortes sociales, injustas reformas laborales y cada vez más paro. Pero
hay que reconocer que, en estos días, la ofensiva de los privilegiados,
a través de sus instrumentos públicos e institucionales, se está
recrudeciendo. La guerra nos fue declarada hace ya tiempo. Por eso
decimos: basta ya de falsas e irresponsables treguas. En este país, los
que pactan y vuelven a pactar en nombre del trabajo, nos envían al
suicidio. No todo son malas noticias. Algo ha cambiado; millones de trabajadores y
trabajadoras despertaron por el ruido del atraco de políticos y
banqueros. La indignación que abarrotó las plazas el pasado 15M habló
alto y claro: No nos representan. Las organizaciones sindicales y
políticas aquí presentes, unidas bajo el lema “La lucha está es la
calle”, apoyamos las movilizaciones convocadas para el 12 y el 15 de
mayo: volveremos a tomar las calles y las plazas. Ya no queremos más, ser
mercancias en manos de políticos y banqueros.
Antes de la crisis financiera, de esta estafa de los mercados, la
precariedad era el modo económico de ser de la juventud y cada vez el de
más tabajadores y trabajadoras por eso el origen de la lucha del primero de Mayo hay que buscarla en las demandas obreras que desencadenaron los trágicos sucesos
acaecidos en la ciudad norteamericana de Chicago, en mayo de 1886.
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