Perroflautas, funcionarios, bomberos, policías, personal sanitario,
jueces, profesores, gente cualquiera... El sujeto del 15-M, las mareas o
la PAH es el 99%. No son luchas corporativas, sino inclusivas y “por
lo de todos”. En primer lugar, agrupan en torno a evidencias comunes y
objetivos concretos a gentes de procedencia ideológica muy diversa,
neutralizando el escenario de enfrentamiento entre “las dos Españas” tan
funcional a los poderes. En segundo lugar, rompen la división
tradicional entre actores y espectadores de la política: la comunidad de
lucha y sentido de la marea verde son los padres, los profesores y los
alumnos; en el caso de la marea blanca, los médicos, los trabajadores y
los usuarios del sistema público de salud; en el de la PAH, los
afectados directos, activistas con distintos recorridos y gente
cualquiera, etc. Por último, comparten momentos de protesta pública,
un repertorio de acción (asambleas, cortes de calle, encierros) y un
mismo relato sobre la naturaleza de lo que ocurre: “no somos mercancías
en manos de políticos y banqueros”.
Se ha activado un tejido de solidaridad formal e informal en torno a
los problemas materiales de la precariedad y la pobreza (desde las
redes de economía solidaria hasta las redes familiares y de amistad). Y
por otro, eso que desde arriba llaman “antipolítica” (pienso por
ejemplo en la PAH) elabora el malestar social en un sentido creativo y
colectivo, de dignidad, que suscita alegría incluso en medio de la
desesperación. Sólo vemos lo que estamos habituados a ver: lo normal y no lo imposible. Pero desde el 15 de mayo de 2011 vivimos en lo imposible.
El desacato de todas las probabilidades, de todas las fatalidades, de
todos los destinos. Necesitamos por tanto un “pensamiento de lo
imposible”. Un pensamiento que deshabitúe nuestros ojos para que podamos
ver (y valorar) lo que pasa y no tendría que estar pasando, lo que no
pasa y tendría (“por lógica”) que estar sucediendo. Un pensamiento
des-naturalizador, capaz de ver la creación y no sólo la repetición, la
acción y no sólo los determinismos sociales o causales. Para sentir la
potencia de lo que hacemos, para persistir en ella y prolongarla en
direcciones imprevistas.
El 15M junto con otros movimientos sociales e intelectuales, están trabajando de una manera activa y pacífica por otro mundo posible cuyo final aún no se ha escrito.
Fuente: Sobre unicornios y 15M
El árbol genealógico del 15M: de dónde viene y a dónde va. Pincha aquí
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