Este concepto refleja nuestro sistema económico, que consiste
primordialmente de commodities genéricos, estandarizados, descripciones
de puestos de trabajo, procesos, datos, insumos, productos, y dinero-el
componente mas genérico y el colmo de la abstracción. En tiempos
pasados no fue así. Las tribus veian a cada ser no como un miembro de
una categoría, pero como un individuo único y con espíritu. Hasta las
piedras, nubes, y gotas de agua aparentemente idénticas se reconocían
como seres únicos y con capacidad de sentir. Los productos de la mano
humana eran únicos tambien, y expresaban a través de sus irregularidades
distintas la firma de su creador. Éste era el vínculo entre las dos
cualidades de lo sagrado, la relación y la unicidad: objetos únicos que
retienen la marca de su origen, su lugar único en la gran matriz del
ser, su dependencia en el resto de la creación para su existencia. Los
objetos estandarizados, la mercancía commodity, son uniformes y
desarraigados de toda relación.
El propósito original del dinero era sencillamente conectar dones humanos con necesidades humanas, para que podamos todos vivir en abundancia mayor. Actualmente el dinero es usado para generar escasez en lugar de abundancia, y separación en vez de conexión, se ha adulterado su sentido sagrado. El dinero sagrado era un medio para obsequiar, una manera de
empapar a la economía global del espíritu prodigo y dadivoso que gobernó
culturas tribales y ancestrales, y que rige los intercambios que se dan
por encima de la economía monetaria. Una transformación del dinero no es panacéa para todos los males del
mundo, ni debe tomar prioridad sobre otras áreas de activismo. Un
reordenamiento de la información en las computadoras no quita la
devastación social y material que azota al planeta. Aun así, el trabajo
de sanar en cualquier otro ámbito nunca alcanzará su potencial sin una
correspondiente transformación del dinero, ya que está profundamente
entretejido con las instituciones y costumbres de nuestra vida.
La humanidad apenas comienza a despertar a la verdadera magnitud de la
crisis que enfrentamos. Si la transformación económica que describo
parece milagrosa, es porque nada menos que un milagro es lo que se
necesita para sanar al mundo. En todo ámbito, desde el dinero a la
recuperación ecológica, la política, la tecnología, y la medicina,
necesitamos soluciones que excedan los límites actuales de lo posible.
Afortunadamente, a medida que el mundo antiguo se desmorona, nuestro
conocimiento de lo posible se expande, y con ello nuestra valentía, y
voluntad para actuar. La convergencia actual de crisis en dinero,
energía, educación, salud, agua, suelo, clima, política, el ambiente, y
demás es una crisis de nacimiento, del mundo antiguo a uno nuevo.
Inevitablemente, estas crisis invaden vidas personales, nuestro mundo se
desborda, y tambien nacemos a un nuevo mundo y a una nueva identidad.
Por eso tantos sienten una dimensión espiritual tras la crisis global, y
la crisis económica inclusive. Sentimos que no volveremos a lo
“normal” y que nacemos a una nueva normalidad: un nuevo tipo de
sociedad, una nueva relación a la tierra, y una nueva experiencia de ser
humano.
Fuente: “Economía Sagrada: Dinero, Obsequio, y Sociedad en la Era de Transición”. El libro se puede leer integro online y en inglés aquí
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