Este curso tenemos que encender
las calles. El final del curso pasado acabó con movilizaciones masivas
de estudiantes contra las anunciadas
subidas de tasas y contra los
recortes. Medidas éstas, enmarcadas dentro de unas las políticas de
ajuste a escala de la UE que, además de avanzar hacia la
destrucción de
servicios públicos básicos como la educación y la sanidad, están
suponiendo un ataque directo a derechos fundamentales, como el
trabajo y
la vivienda. Derechos, no olvidamos, fruto de luchas históricas.

Hablar sobre
condiciones laborales precarias, despidos, eliminación
de las ayudas sociales básicas, encarecimiento del transporte público,
de la luz, del gas… se ha convertido en algo habitual para quienes
sufrimos la crisis. Como si fuera algo normal, prácticamente natural en
un momento de crisis,
la pérdida de derechos o el empeoramiento de las
condiciones de vida de la mayoría, se quieren convertir en verdades
indiscutibles, en sacrificios que hay que hacer ante el miedo de algo
peor, que sin saber muy bien que es, sin duda se nos vende mediante la
política del miedo como terrible. Pero, nosotros y nosotras sabemos que
ese discurso no es verdad. Sabemos que los de abajo no hemos provocado
ninguna crisis, como tampoco hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades y que aquí
sólo se enriquecieron los mismos de siempre. Y
es que, el 99% sabemos que la crisis tiene nombre y apellidos, que se
corresponden con ese 1%, el cual especuló ayer generando una deuda que
nos quieren hacer pagar hoy para poder seguir ganando y aumentando sus
beneficios mañana.
Pero, sobre todo, sabemos que ésta crisis, su crisis,
no tiene una única salida posible.

La subida de tasas, dificultará
el acceso universitario y precarizará
aún más la vida de la mayoría de estudiantes, pero no nos engañemos,
nuestras tasas tampoco servirán para pagar “la deuda” y salir de su
crisis. Todas las reformas que los distintos gobiernos llevan aplicando
desde hace años están acabando con la universidad tal y como la
conocíamos, a pesar de los rechazos contundentes desde el movimiento
estudiantil. Desde los cambios sufridos por la L.O.U, la creación del
Espacio Europeo de Educación Superior y las reformas en torno a
financiación anunciados por la Estrategia 2015, la universidad empresa,
la de élites, se avecinaba cada vez más.
La declaración de Bolonia
(1999), su eurocrédito, su movilidad, su nueva pedagogía y sus grados y
master, no era una mera reforma educativa, sino como se ha demostrado,
un paso mas de la brutal “revolución capitalista” que estamos sufriendo.
Por eso, nuestras tasas no servirán para pagar su deuda, ya que hablar
de crisis y hablar de tasas, es hablar de lo mismo, pues forma parte de
la misma ideología que justifican las mismas políticas que combatimos
desde hace años.
A la brutal subida de tasas se suma
el recorte enorme que se aplicará
en gasto público con respecto a las becas. Las becas, las cuales
tradicionalmente se han entendido como compensación a las diferencias
sociales, pasan de basarse en la renta de los estudiantes a ser un
premio al mérito, o convertidas en préstamos, culpabilizando
exclusivamente y de manera individual al estudiante de los fracasos de
una educación pública que sufre su crisis estructural desde hace años.
Su receta está clara: competitividad individual frente a una salida
colectiva que enfrente las desigualdades sociales, “excelencia” frente
acceso universal. La lucha, también: nuestros derechos frente a sus
privilegios.
Pero junto a todas estas medidas, se están dando una serie de elementos
que
precarizan más la vida de los estudiantes como futuros trabajadores:
las reformas laborales del PSOE y del PP, a la medida de empresarios
explotadores; la pasada reforma de las pensiones que nos dificulta
obtener una pensión digna; además
pretenden de eliminar las ayudas al
paro, aumentar los despidos en empleos públicos y otra serie
interminable de ajustes. Y somos los jóvenes precarios y las mujeres las
que nos vemos más afectados por estas medidas, con mayores tasas de
desempleo, de precariedad y de temporalidad laboral sobre nuestras
espaldas.
Por si no fuera bastante, la subida de tasas y todo el paquete de
medidas se aplican incluso en aquellas comunidades donde gobierna la
supuesta izquierda, representada a nivel estatal por el gobierno andaluz
PSOE-IU, que ha demostrado sin tapujos no ser ninguna alternativa al
neoliberalismo. Cada día está mas claro para mayores sectores de la
población, que
es necesaria la construcción de una alternativa política
tan leal a los trabajadores, como lo son nuestros gobiernos a los
banqueros y compañía.
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Fuente:
anticapitalistas.org