Sí, sí, no se sorprendan, el verdadero objetivo es que suba el paro, explicaba el premio Nobel de Economía en su columna del New York Times, pues “lo que está haciendo España es fundamentalmente avanzar de A a B [en una Curva de Phillips]: empujando el nivel de desempleo todavía más arriba”, para conseguir que crezca la competitividad a base de reducir salarios, alargar jornadas laborales y eliminar prestaciones sociales. Eso, argumentaba Krugman, le supondrá a nuestro país “años de profunda depresión económica, hasta que los costes [laborales] hayan caído lo suficiente con respecto al resto de Europa como para conseguir el necesario aumento de competitividad” que permita compensar el pinchazo de la burbuja inmobiliaria con un gran crecimiento de las exportaciones.
Los políticos neoliberales se apresurarán a aducir que Krugman es muy controvertido, puesto que incluso ha advertido de un inminente corralito en España, vaticinio harto polémico. Empero, está empezando ya a demostrarse empíricamente que esos son los efectos de los implacables tijeretazos de Rajoy: la recesión se agrava y el paro bate su récord histórico. Además, ése no es sólo el diagnóstico de un economista díscolo, sino que es compartido por los más eminentes especialistas.
Frente al simplismo pueril con el que Rajoy pretende convencernos de que sus recortes van por buen camino porque “no podemos gastar más de lo que tenemos” –reduciendo a parámetros de economía doméstica la inmensa complejidad del actual sistema financiero fallido–, los más prestigiosos economistas alertan una y otra vez de que las políticas de austeridad convertidas en dogma cuasi-religioso nos están llevando a la ruina. Sigue...
Fuente: Artículo de Carlos Enrique Bayo