Coincidiendo con su publicación en España, el autor nos presenta su último trabajo. Alberto Buela Lamas (Argentina, 1946). Filósofo, profesor universitario, autor de numerosas publicaciones.
Disenso como método
Debemos lograr una interpretación genuina de lo que nos acontece
y sucede, no filtrada por una ideología determinada. Esto último
sólo nos lo permite el disenso como método, sobre todo
dado nuestro carácter de ecúmene dependiente– la iberoamericana–
en la producción de sentido de lo que ocurre en el mundo.
El ilustre filósofo escocés Alasdair MacIntayre se plantea
acertadamente que: "Uno de los rasgos más llamativos de los
órdenes políticos modernos es su carencia de foros
institucionalizados dentro de los cuales los conflictos y
desacuerdos sociales puedan investigarse sistemáticamente, así
como la ausencia de intento alguno para resolverlos. Con
frecuencia, los mismos hechos del desacuerdo pasan inadvertidos,
disfrazados por una retórica del consenso”.
Lo primero que se deduce de este jugoso párrafo es la denuncia
de "las mesas de consenso o diálogo", el mecanismo tan peculiar
de los regímenes socialdemócratas que, en lugar de partir del
disenso y aceptar la existencia del conflicto en la sociedad,
parten por principio del consenso, con lo cual no sólo ponen el
carro delante del caballo sino que logran "disfrazar el
conflicto con la retórica del consenso", según la cita. Por otra
parte y eso muestra el otro rasgo típico del progresismo: los
problemas sociales se ordenan pero no se resuelven. Al existir
"la ausencia de intento alguno para resolverlos" se espera que
una especie de fuerza de las cosas los vaya resolviendo.
Afirmando este mismo sentido el filósofo italiano Massimo
Cacciari es aún más contundente cuando dice: “a lo que se siente
obligado el político postmoderno apoyado en la idea de pax
apparens es a organizar el conflicto, a recibir las demandas,
pero no a solucionarlas”.
Y en segundo lugar, se deduce la recuperación de la idea de
disenso como instrumento metodológico en la creación de teoría
crítica en las sociedades de hoy. El pensamiento no conformista,
que pretenda ser crítico está obligado, no a negar la
existencia, lo que sería estulticia, sino a negar la vigencia
de las megacategorías de dominación –pensamiento políticamente
correcto, único, homogeneización cultural, globalización,
igualitarismo, desacralización, etc.– para proponer otras
diferentes, distintas, diversas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario