La abstención es presentada como un tabú o casi pecado. Se nos habla
de votar como si tuviéramos una deuda eterna con los fallecidos en
siglos pasados que lucharon por este derecho político. En efecto, me
siento en deuda con esas personas que lucharon por él; pero bajo la
siguiente reflexión: ¿Realmente honramos a esas personas yendo a votar
cada cuatro años en un Régimen donde el votante solo puede aceptar las
listas de los partidos; donde los partidos estatales dominan la política
española?
Las personas que los partidos nos presentan serán, una vez votadas,
amos, señores y dueños absolutos de España. Ellos legislarán, ejecutarán
y juzgarán.
Legislarán porque los jefes de partido confeccionan las listas de los
futuros diputados. Ejecutarán porque llegan al Gobierno. Y juzgarán
porque eligen a la cabeza del Poder Judicial.
¿Por qué tendría que votar en un Régimen donde todo el poder se
concentra en las manos de los partidos? ¿No es retomar el viejo
absolutismo monárquico, ahora reformado en absolutismo de partidos?
Estos partidos pactarán tras las votaciones según su conveniencia.
¿Por qué voto al PSOE si luego puede que pacte con Podemos o Ciudadanos?
Esto es reírse a la cara de los votantes.
¿Dónde está mi representante? Tendría que ser el diputado de mi
distrito, uno más legislando en el Congreso. Sin embargo, a este
diputado no lo elijo yo, sino el partido. Además, nunca podré pedir
cuentas, porque no me pertenece a mí, pertenece al jefe de partido que
lo ha puesto en su lista. Hay disciplina de partido, no mandato
imperativo de mi distrito. Por lo tanto, si no estoy representado ¿Por
qué tendría que votar?
En este Régimen, a lo único que puede aspirar el votante es escoger un
candidato con una lista de partidos. Listas que pretenden representar
partidos de dudosos principios e ideologías de quita y pon, encabezados
con el lema socialdemócrata: “si no le gusta mis principios tengo
otros”. (sigue)
Artículo de Sergio Rodriguez Gomera en Sanlúcar digital
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