El análisis de la actualidad económica de la mano de Roberto Centeno.
Órdago al independentismo
El único
instrumento que permite la suspensión y la toma de control de la
autonomía para restablecer el orden constitucional es el artículo 116,
que otorga al gobierno, previo consentimiento del Congreso, declarar el
estado de excepción.
Como cada lunes por la
tarde desde hace años, Juan, Luis, Antonio y Pedro, quedan a echar la
partida de mus en el bar del club de la urbanización.
Lo
cuatro son jubilados. En su día, desempeñaron tareas muy importantes
para el país. Juan, fue un alto mando del ejército y participó en
diferentes campañas de la ONU y la OTAN. Luis, terminó sus días
laborales como magistrado en las más altas estancias del poder judicial,
y ahora ejerce de columnista y asesor sin ánimo de lucro. Pedro, además
de académico, fue rector de una de las universidades públicas más
importantes. Finalmente, Antonio, el más longevo, es un prestigioso
pensador político, jurista y protagonista principal de la lucha
antifranquista y de la transición española. Sus libros son los únicos de
un autor español que se encuentran en la biblioteca del Congreso de los
EEUU.
Ya está lista la mesa, la baraja y las
piedras. El camarero ha servido las bebidas. Antonio es postre. Reparte
las cartas. Entretanto, en el televisor del local se oye la siguiente
noticia:
“Carles Puigdemont, junto
con otros miembros de la Generalitat, han mantenido hoy, en una
conferencia en Madrid, su desafío al Gobierno al asegurar que la
consulta se celebrará, ya sea a través de un referéndum pactado o de uno
homologado internacionalmente sin acuerdo”.
—Parece que siguen con sus planes sin retorno —comenta Juan mientras al levantar la mirada Luis le pasa dos reyes.
—Efectivamente.
El asunto está tomando un cariz muy preocupante. Especialmente por la
actitud del gobierno —responde Luis—. Yo voy ciego. Mus —añade.
—Yo tengo postre. ¿Crees que no está actuando correctamente? —pregunta Pedro.
—¡Así
es! Rajoy está cometiendo un delito de dejación de funciones al
permitir estos manifiestos actos de sedición—responde Luis mientras
Pedro aprovecha el descuido para pasarle treinta y una a Antonio.
—No
sólo eso. Es que además están utilizando los fondos públicos y el FLA
para financiar la secesión. La autonomía está quebrada. Necesita
inyectarle todos los meses ingentes cantidades de dinero, e
incomprensiblemente el gobierno no audita su uso. Está financiando la
sedición. Esta actitud lo convierte en cómplice, por omisión, del
proyecto de secesión. —apunta Juan.
—Pero, ¿qué vais a esperar de un presidente que le dice a nuestra juventud que “hay que saber mirar hacia otro lado cuando hay que hacerlo”? —afirma enérgicamente Pedro. (sigue)
Fuente: Artículo de Juan Carlos Bermejo en Vozpópuli
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