Según todos los barómetros, en América Latina la primera década del
milenio estuvo marcada por el éxito en el desarrollo económico y en la
lucha contra la desigualdad social. La pobreza disminuyó más de
16 puntos porcentuales entre 2003 y 2012, y la pobreza extrema se redujo
a la mitad durante el mismo período. En términos generales, en el
subcontinente hay setenta millones de pobres menos que a comienzos de
siglo. Sin embargo, esta lacra está lejos de extinguirse. Así lo
confirman las cifras contenidas en el último informe del Banco Mundial
sobre el desarrollo de la región. A pesar de los importantes progresos,
el tejido social de América Latina aún está lejos de contar con una
clase media fuerte y asentada.
La pobreza crónica todavía afecta a 130 millones de habitantes de
Latinoamérica y el Caribe, que viven con menos de 4 dólares diarios. Eso
sí, existen importantes diferencias entre los países. Uruguay,
Argentina y Chile son los países que menos sufren este drama, con un 10%
de pobres. En el polo opuesto están Nicaragua, con un 37%, y Guatemala,
donde casi la mitad de la población carece de los ingresos más básicos. En
general, la lucha contra la pobreza crónica es más complicada en
aquellas poblaciones cuya ubicación geográfica dificulta el acceso al
mercado laboral, así como en las regiones donde el empleo tiene un nivel
tecnológico bajo.
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