Antonio García-Trevijano responde a las preguntas enviadas por nuestros oyentes. Colaboración técnica de Helena Bazán.
Sin libertad política, sin sociedad política intermedia entre la sociedad civil y el Estado, los partidos pasaron desde la clandestinidad al Estado, eludiendo la democracia formal y apoyándose en la demagogia de las libertades personales antes reprimidas. En tanto que elementos estatales, sindicados en una oligarquía de poder, los partidos dejaron huérfana de representación política a la sociedad. Y ante la crisis de un Estado que no puede defenderla, no tiene a quien dirigirse para evitar la ruptura de su comunidad nacional.
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